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viernes, 31 de enero de 2014

El pozo

Salí del pozo, dijo.
A mitad de camino se cruzó con otro niño, quizás él mismo, caminando en sentido inverso, celebrando lo mismo.

jueves, 30 de enero de 2014

hilos

equilibrista
dijo
mero dios de los dados del dedal
me extraño a mí mismo
y basta
dijo
ajedrecista
rubio alfil que se cruza a su pesar
dama boba
dijo
chimango en la cena propia
hombre fiel que se juega la identidad
fiero
dijo
más hermoso con la ropa que me oculta el delantal
no puedo ver
dijo
no puedo entrar a las cuevas de la lengua
me reemplazo
dijo
me propago como un tiro en la garganta de la voz y nazco
me trepo
a mí trepo y me resbalo por el cuerpo
roto
dejaré la baba en este cuento tna bonito que les cuento
dejaré los hilos
dijo
he de estar aquí cuando despiertes
pero seré otra cosa
dijo
mejor si más hermosa
si más hermosa
pero no me pidas más


miércoles, 29 de enero de 2014

eso es todo

es vago, sí, no lo niego,
pero es cierto
es útil, no, por supuesto,
pero necesario
no prendas la luz si no querés verlo
y yo me apago
la yema escarba en el ojo y la basurita
que lo ha dejado ciego
no sale, pero se esfuma
se disuelve, se diluye o se perfuma
es chato, puede ser, insulso,
mohoso, débil,
inaudible
pero es todo

martes, 28 de enero de 2014

topografía

sabía que sólo la posición (¿debería escribir postura?) de crucificción
o una semejante
le permitiría cruzar
o brevemente quedarse
entre las piedras quietas, filosas del río
sabía que la felicidad, o como se llamara esa sedimentada paz,
era una cuestión geográfica,
topológica o topográfica
no sabía bien la diferencia
o pensaba simplemente
que bien valían los matices
sabía que el río está quieto, ¿endurecido?
como las piedras lo están
sabía que él debía cruzar
ignoraba la razón o el deseo
sólo sabía que algunas maneras del cuerpo lo permitían
y otras no
o le resultaban ¿anómalas? ¿incómodas?
no odiaba del todo el río
eso es cierto
más bien sentía un raro vínculo de afecto mutuo
las piedras lo raspaban eso sí, si fallaba,
si erraba la forma
la ubicación
la silueta 
no había más de una posición para atravesar el río sin pena
y esa manera también le sujetaba el cuerpo
¿le pesaba, debió haber dicho?
había río, por fin se preguntó,
había piedra, también,
había al fin un cuerpo, además,
que bajo la forma de muerto, herido o lacerado
deseaba el otro lado del río
había otro lado
(todo lo último, pensó, debió haber llevado los signos)

lunes, 27 de enero de 2014

Claridad

claridad
se vuelan todas las abejas en tierra
sucede un silencio
calla
se arremanga la hoja limpia para no ensuciarse
clarea
se muere de magia la bruma para siempre
exactitud
el pájaro nítido deja una línea verde en el aire
despeja
las cosas y todo el resto desierto
se pule el aire en el cielo
abre
se van un zumbido de moscas
vuelan 
hasta desaparecer
lo que ayer fue ruido hoy escala en silencio las teclas de un piano
soledad
todo lo que existe sabe
nada está volcado hoy en el mantel
la leche derramada ayer hoy es niño jugando en el pinar
hoja el follaje
y la paz
el barro que persiste es más pulcro que la mar

martes, 21 de enero de 2014

Un clásico

Un clásico, nos lo hemos preguntado ya tantas veces, un clásico es un libro que, de no haberlo leído aún, “nos falta”. Un clásico, entonces, es, o tiene capacidad de serlo, una “deuda”. Una deuda que se paga, dicho en palabras de otro clásico, con “previo fervor”, pero deuda al fin. Y lo es porque es un mandato, un señalamiento cultural.
Leer un clásico en público, digo, leer un clásico en privado pero en público, a saber, en el asiento de un colectivo, en la sala de espera del doctor, en un bar, pongamos por caso, en cierto modo es un escándalo, y lo es porque subyace en el acto una confesión. La confesión de una deuda, la siempre tardía expiación de una culpa.
Y digo estas cosas y pienso que no exagero tanto. Y pienso entonces en lo poderoso que puede llegar a ser un mandato cultural, un reglamento social, una Ley.
Porque un clásico es ese libro que todo el mundo da por leído, aún cuando no todo el mundo lo ha leído. Estar en situación de lectura de un clásico, por ende, pongamos por caso para los argentinos, el Martín Fierro, es estar en falta, o, mejor, estar en la falta. La situación es compleja. El lector está menos leyendo que salvando una grieta, atravesando un vado.
Quizá con las “novedades” librescas pase otro tanto. Alejandra Pizarnik, un clásico, dijo que no se preocupaba por las novedades porque simplemente le gustaba la literatura. ¿Podremos decir lo mismo de un clásico?

sábado, 11 de enero de 2014

desde el vano

miraba la lluvia
el viento atroz
desde el vano
escuchaba a bartok
en la lluvia
en el viento atroz
desde el vano
presentía la destrucción
en la música de bartok
tras la lluvia
sobre el viento atroz
desde el vano
sintió piedad por los árboles
por la destrucción
en la música de bartok
o en la lluvia
o el viento atroz
desde el vano
no iba adentro
tampoco afuera
no era la lluvia
ni el viento atroz
ni la música de bartok
exactamente
no eran los árboles
ni la destrucción
sí la inminencia
la posibilidad
el humo indócil
el vacío intratable
entre la última página de un libro y la primera del otro

lunes, 6 de enero de 2014

Estado de lectura


más que una acción, un proceso, una decisión, un artificio

la buena lectura es ante todo un estado

una manera de estar quiero decir una manera de dejar el cuerpo
de llevarlo

la buena lectura se puede aveces
ocurre, acontece, pasa

deplora la circunstancia, la ocasión, la contingencia

es una manera de la distancia, de la soledad, del encuentro, de la exclusividad

lejos de ser un acto, un ejercicio, un gesto, un movimiento

la buena lectura es un modo de la pulsación

un ritmo cardíaco, un territorio, y hasta un modo de ser

que no por temporario deja de se eterno o intemporal

digo más

la buena lectura es también un Estado, un paisaje, un territorio, una jurisdicción

un puñado de leyes justas y el lector un ciudadano que se olvida

lejos de ser un sitio de paso 
la buena lectura es ese Estado que te aloja con vocación de para siempre
aunque un día se corta

un estado entonces y un Estado 
la buena lectura es un modo largo de la flotación

un latido, una manera, una respiración

no siempre que se lee, claro, se está en estado de lectura

ni se sortean siempre los altos fosos de ese silencioso país

se trata entonces de probar las alfombras
de probarse uno en las alfombras

algunas mantienen saludablemente el piso limpio

y hasta son hermosas

otras sobrevuelan el desierto de bagdag

jueves, 2 de enero de 2014

Un tren de carga vacío

a Juan José, que lo hace andar

un tren de carga
vacío
no es un tren de carga
ni está vacío
una inminencia
en todo caso
o un pasado obturado
detenido
las vías que esperan
pero se oxidan
la estación que aguarda
pero se engaña
ya nadie trepa los rencores del trigo
nadie estornuda con el polvo de cereal
un tren de carga
vacío
es más un jilguero callado en un cable de luz
un dios incluso
una escritura de nadie
que un tren de carga vacío
entregado a quien quiera treparle los fierros
eternamente en tren de salir
pero profundamente vacío
eterno quizás
en una vieja estación de junín