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viernes, 3 de marzo de 2017

Borges, la angustia, el arte


Borges me produce angustia. ¿Por qué? No me ha pasado con otras escrituras. Sí con otros artistas. Me ha pasado con la música (Brahms, Chopin), con la pintura (Rotko, Matisse, Gauguin), pero no con la literatura. Es muy específico el sentimiento. No es intensidad, no es ninguna otra emoción. Borges me angustia. Claro que es esa angustia que uno tolera e incluso solicita. Es una suerte de angustia mística, de cierto tipo de felicidad, de plenitud, de exceso. Quizá también en el sentido de lo real, como lo piensa el psicoanálisis.
Claro que me gustaría entender la razón. Hablaría de mí, de él, y de nuestro vínculo, quizá bastante compartido. Se me ocurre lo siguiente. ¿Será que lo que Borges ha dejado me excede? ¿Como me excede la música y me excede la pintura? Quiero decir, ¿será que el lenguaje con el que pienso queda excedido por el lenguaje al que me enfrento? ¿Como la realidad lo excede? ¿Será que la realidad, la pintura, la música y Borges hablan más allá de la inteligencia (la mía, claro)? ¿Será su proeza haber logrado verbalmente, con su apariencia de perfecta intelección, lo que logra a veces la poesía?
Creo que sí. En ese caso, me gustaría llamar arte a todo aquel hacer humano que excede la inteligencia y que es capaz de producir una felicidad... cierto tipo de felicidad. Decirle arte a ese exceso. Lograrlo con pintura o con sonidos me parece menos increíble que haberlo hecho con palabras y reglas compartidas de un idioma forjado precisamente por nuestra inteligencia.
¿O es que Borges escribe en otra lengua?

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